viernes, 21 de septiembre de 2007

La paz del páramo




Estuvimos unos días por una tierra querida por mi, Mérida; que siempre he supuesto es por su semejanza a la de mis raices natales.



El páramo...el páramo no tiene comparación. Lo que siempre recuerdo y me llama de vuelta es la paz, la quietud, el silencio. Tenía esa llamada pendiente desde hace mucho, pero mereció la pena...nos recibió con esta cara, blanca como nunca se la había visto. Lo más emocionante fue compartir esta visión con mi esposa e hija, quien no se acordará de este momento hasta que su papi se la muestre como una estampita guardada dentro de algunos años. Ojalá la montaña le echice y le brinde la oportunidad de disfrutar tantos y buenos momentos como a mi.



Mucuñuque nevado, volveremos a vernos...por ahora tengo tu versión digital en mi escritorio día a día.